Palabra hecha poesía

"Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida mata"

(Vicente Huidobro, Arte Poética)

¿Para qué detenernos en la poesía, si ya nadie la lee... si es aburrida o, en todo caso, muy difícil de entender...? En realidad, podríamos plantear la cuestión desde otro punto de vista. La vida, nuestra vida, está llena de cosas que impresionan y despiertan la sensibilidad: una canción, la enfermedad de un familiar, la soledad, el primer amor, la muerte de un ser querido... Este portal, precisamente está destinado a todos aquellos que todavía tienen la capacidad de emocionarse o indignarse y quieren comunicar a los demás dejando este tesimonio escrito. Porque esta es una actitud poética: descubrir una vivencia, resignificarla a través de la experiencia y apropiarse de ella, trasladándola a otro contexto.

El lenguaje poético que, muchas veces, parece inalcanzable, comenzó siendo un juego, una forma particular de traducir la realidad. Nació de transgresiones a lo convencional y anduvo muchos caminos, pero siempre privilegió la palabra por su significado y su sonoridad. Muchos se preguntan ¿Hay palabras poéticas y no poéticas? Y si es así, ¿Quién le otorga la patente de voces literarias? ¿O acaso todo depende del uso de las palabras?

Este portal tiene, entonces, como protagonista esencial la palabra poética, que es capaz de incurrir en numerosas contravenciones y rebelarse contra el poeta que la persigue, y también contra el lenguaje común que pretende restringir su significado.

Madre

Madre, ahora que cuenta me doy que te me marchitas
que la muerte me arrebata aquella hermosa flor
que nunca se olvida.

Que es como aquella cueva que
protege a la criatura que vio nacer.

Como olvidar tus abrazos,
tus caricias, tus consejos,
tu manera de trabajar en aquella
silla solitaria que ahora en el
rincón, empolvada esta... donde no
deseabas que el brillante circulo apareciera
después de haberse escondido en el oeste...

Pero como olvidar Madre!!...
tus ojos que eran dos caramelos que
llenaban de dulzura mi corazón, aquella
celestial protección infinita.

Como deseo Madre mía frenar las agujas de reloj
para no iniciar el comienzo de tu final pero
lamentablemente todos tenemos
un final y un comienzo,
un comienzo y un final...

Aquel final en que nos encontraremos
con ese espectro negro que maneja
con habilidad la hoz que separa
las almas de la tierra del Señor.

Gonzalo Peralta -5A- Nº

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